Se ha hablado tanto y comentado sobre los beneficios de caminar, que muchos de nosotros no nos paramos a pensar, realmente, en lo que puede favorecernos. Porque caminar, es más que andar sin más.
Ya Henry D. Thoreau, nacido en 1817, naturalista y ensayista nos dejó un ensayo sobre los beneficios de caminar, todo un arte y en él decía: “los hombres vuelven mansamente a sus casas por la noche, del campo, donde los persiguen los ecos del lugar, y su vida languidece porque respiran su propio aliento una y otra vez, mañana y tarde, sus sombras llegan más lejos que sus pasos diarios. Deberíamos volver a casa de lejos, de aventuras y descubrimientos cotidianos: con nueva experiencia y carácter”.
La propuesta de Thoreau nos introduce en una nueva dimensión. Nos adentra en experiencias y vivencias que tratan de situarnos, más allá de donde los pies nos llevan. Caminar tiene múltiples ventajas y beneficios, si lo tomamos como un ejercicio diario, porque nos ayuda a sentirnos bien.
Pero no se trata sólo de dar pasos o de ir de un lugar a otro. Caminar requiere una predisposición a sentir el bienestar de la marcha. No tiene nada de espectacular ni resulta complicado. Es un ejercicio suave que favorece la circulación sanguínea y oxigena el organismo. Además, se puede realizar en cualquier lugar, a cualquier hora y no requiere de una condición física espectacular.
Caminar requiere de cierto nivel de constancia y de dedicación. Caminar en torno a 5 kilómetros en 1 hora, acompasando brazos y piernas, de 3 a 4 veces a la semana, proporciona bienestar y nos predispone a dedicarnos
un tiempo para nosotros. En este tiempo que vivimos, donde las prisas no nos dejan espacio para nosotros, el ejercicio de la marcha y el caminar de forma programada, nos permitirá liberarnos del estrés cotidiano y nos hará sentirnos mejor con nosotros mismos, mejorando nuestro bienestar bio-psico-social.
Porque ahí radica el arte de caminar; en sentir cómo podemos dedicarnos un tiempo, liberarnos de tensiones; dónde tenemos la posibilidad de sentir nuestro cuerpo en cada paso; donde, a medida que avanzamos, paso a paso, nos sentimos más ágiles, nos damos cuenta de que nuestros músculos nos descargan tensiones; al llegar a casa, una ducha relajante nos espera, culminando, de ésta forma, un proceso que nos resultará gratificante por el mero hecho de iniciarlo. La continuidad de este proceso, nos ayudará a conseguir una estabilidad y bienestar día a día.
Andar ayuda a controlar los niveles de colesterol, la obesidad y la hipertensión arterial, además de ayudar a prevenir la osteoporosis. Un calzado cómodo, reproductor de música…, y a caminar, no necesitamos más. Sentir nuestras piernas, al compás de nuestros brazos y simplemente desconectar de todo, pues andar aumenta la sensación de bienestar y disminuye el estrés y la apatía. De esta forma aprendemos que el esfuerzo suave que realizamos al caminar nos permite hacer de la caminata un arte, que por poco dinero y por sus muchos beneficios resulta gratificante y mejora la condición física y mental.