Para la mayoría de las personas, “grasa” es una palabra con una connotación negativa. La percepción popular es que las grasas no sólo engordan, sino que también aumentan el riesgo de múltiples padecimientos. Los Ácidos Grasos Esenciales son las grasas buenas.
Pero no todas las grasas son malas. Entre las comúnmente llamadas buenas se incluyen las grasas conocidas como Ácidos Grasos Esenciales. Esto es así porque, como las vitaminas, son vitales para la salud y no pueden ser fabricados por el cuerpo humano; deben ser obtenidos de la dieta. Si nosotros ingerimos el tipo correcto de grasas, en las cantidades y proporciones adecuadas, y las preparamos empleando los métodos correctos, éstas nos mantienen sanos.
Hay más de setenta ácidos grasos diferentes que intervienen en nuestro metabolismo, mayoritariamente provienen de la dieta. Desde un aspecto nutricional podemos clasificarlos en dos grandes grupos: no esenciales, que pueden ser sintetizados por el organismo, y esenciales, que necesariamente deben ser aportados por la dieta. Su equilibrio, tanto cuantitativo como cualitativo, debe ser tenido en cuenta, ya que es un factor determinante de la salud.
La mayoría de los aceites vegetales alimentarios son ricos en ácidos grasos mono o poliinsaturados, y por ello son considerados ingredientes deseables en la dieta, en sustitución de las grasas animales, más ricas en ácidos grasos saturados, como la mantequilla, la manteca y el sebo.
Todos los aceites alimentarios ricos en ácidos grasos esenciales contienen propiedades comunes, así como propiedades específicas además de diferente olor y sabor. En general, estos aceites disminuyen la toxicidad de las grasas animales (carnes, mantequillas, etc…) y ayudan a conseguir que no se solidifiquen en las articulaciones y en los vasos sanguíneos por lo que contribuyen a una adecuada salud cardiovascular. También tienen la característica de que favorecen la reducción de las lipoproteinas de muy baja densidad (VLDL), los triglicéridos y el colesterol “malo” (colesterol LDL) en sangre.
Entre los usos y propiedades más comunes de los aceites vegetales alimentarios destacan:
- Como complemento alimenticio, pues nos aportan una gran cantidad (y variedad) de ácidos grasos esenciales, los cuales son indispensables para mantenernos sanos y tener una piel más hidratada.
- Como condimento en nuestra dieta habitual. Estos aceites son muy recomendados para tomar solos o añadidos a multitud de recetas. En especial están indicados para añadir a ensaladas, salsas, sopas, pasta, arroz, cereales o con tostadas como sustitutivo de la mantequilla y la margarina.
- Como antioxidante celular. Los ácidos grasos esenciales contribuyen de diversas formas a mantener una adecuada salud. Por ejemplo, son un componente importante de las membranas celulares, aíslan los nervios y protegen los tejidos. Por todo ello, protegen la piel del envejecimiento prematuro y de la acción de los radicales libres.
- Para el cuidado de la piel: cutis, cuerpo y manos, ya que ayudan a hidratar y cuidar nuestra piel.