El estrés es un problema de salud mundial con el que nos enfrentamos a diario. Situaciones como presiones en el trabajo o estrés emocional, hacen que el organismo agote las reservas de energía y, en consecuencia, las reservas de vitamina B. Por ello nos volvemos vulnerables a padecer depresión, insomnio o irritabilidad.
Los síntomas más comunes del estrés son:
- Incapacidad para dormir adecuadamente.
- Concentración pobre e irritabilidad.
- Consumo excesivo de café o alcohol y tendencia a fumar más.
- Dificultad para tomar decisiones y sentimiento de frustración respecto a esto.
- Palpitaciones aceleradas, un “nudo” en la garganta o estómago, boca seca y un ligero temblor en las manos.
- El sentimiento continuo de que algo necesita hacerse y de que no te puedes simplemente sentar y relajar.
Sin embargo, existen otros síntomas que denotan una gravedad aún mayor del estrés: Dolor en el pecho, la imposibilidad de tragar comida, pérdida de peso, pulso acelerado o errático, etc. Si presentas alguno de estos síntomas es necesario que consultes a tu médico.
Puedes seguir ciertas pautas o consejos prácticos para combatir el estrés:
LOS MEJORES ALIMENTOS PARA HACER FRENTE AL ESTRÉS
Comer de forma equilibrada es fundamental para mantener en orden tu cuerpo y tu mente y evitar que el estrés afecte a tu estómago, tus defensas y tu sistema nervioso. Buena parte de nuestra estabilidad física y emocional depende de lo que comemos.
Más que alimentarse de ciertos alimentos, la mejor estrategia frente al estrés es comer bien y de todo, ya que de ello depende que nuestras defensas estén altas.
Los nutrientes que contribuyen a mantener fuerte nuestro organismo y, por tanto, a paliar el estrés, son:
- Las vitaminas. Las vitaminas A, la C y la E combaten directamente la formación de radicales libres. La vitamina A se obtiene de las zanahorias, el melón, el brócoli, las coles de bruselas, las espinacas y los boniatos. La vitamina C está presente en los cítricos y en el brócoli, los pimientos, el melón y el tomate. Para obtener vitamina E hay que consumir frutos secos y aceites vegetales. Las vitaminas del grupo B fortalecen el sistema nervioso central y tienen un efecto sedante. Se encuentran en la levadura de cerveza, lácteos, carne, cereales, aguacate, repollo y judías verdes.
- Minerales. Potasio, magnesio, calcio y zinc son imprescindibles porque estimulan la reacción orgánica frente a las hormonas que el cuerpo segrega como respuesta al estrés. Por otro lado, tienen propiedades relajantes y mantienen a raya el ritmo cardíaco. Frutas, verduras, cereales enteros y carne son alimentos ricos en potasio. El magnesio se encuentra en las verduras (puede desaparecer en la cocción, por eso es aconsejable consumir esta agua en forma de sopa o salsas). Los frutos secos, cereales y semillas también lo contienen, pero hay que consumirlos enteros porque el magnesio se destruye en el proceso de trituración. El calcio, es conocido como “el tranquilizante natural” y, desde luego, pocas cosas tienen un efecto tan sedante como beber un vaso de leche tibia antes de acostarse. Muchas funciones inmunes perturbadas por el estrés pueden estimularse con el zinc. Un nivel insuficiente de zinc provoca muchos trastornos y síntomas relacionados con el estrés, como irritabilidad, depresión, impotencia y baja inmunidad.
- El Hidrolizado de proteínas de leche. Investigaciones llevadas a cabo en Francia descubrieron que la placidez del sueño de los bebés tras alimentarse de leche materna se debía a un péptido que se encuentra en la leche. El análisis de las diferentes fracciones del hidrolizado de la leche utilizando las mismas enzimas presentes en el estómago de los bebés condujo al aislamiento de la fracción activa del hidrolizado de proteína de leche que posee efecto antiestrés respecto al placebo y comparable al de productos químicos de referencia. El hidrolizado de proteína de leche no contiene lactosa por lo que no produce efectos de intolerancia a la leche.
- Alimentos relajantes. Algunos alimentos estimulan el buen funcionamiento de las células nerviosas ayudando al organismo a mantenerse relajado mientras que otros favorecen la irritabilidad. Entre los alimentos “relajantes” están el plátano, las almendras, el germen de trigo, la levadura de cerveza y las semillas de girasol. Un truco antiestrés y anticalorías: Ten siempre a mano una barrita de regaliz por si te asalta el hambre entre horas, además de calmar el hambre sin aportar apenas calorías, tiene una poderoso efecto antiestrés.
COMBATIENDO EL ESTRÉS CON UN POCO DE EJERCICIO
Los deportes no solo ayudan a aliviar el estrés, si no que te hacen ver y sentir mejor lo que eleva tu auto-estima y esto a su vez, alivia también el estrés. Para que el ejercicio te ayude a combatir el estrés es necesario hacer ejercicio tres o cuatro veces por semana elevando tu ritmo cardíaco a niveles apropiados. No es necesario practicar un deporte o salir a correr, simplemente actividades como pasear al perro, nadar, o caminar, son buenos métodos para quitarse de encima la tensión y el estrés.
También existen otros métodos para aliviar el estrés, como la aromaterapia, técnica de inhalación de aceites concentrados de las plantas, la terapia del color, que se basa en creencias antiguas de que los colores tienen sus propias características, los remedios florales, “medicinas” líquidas hechas a base de flores que atacan estados emocionales negativos y el estrés, etc.
LOS NIÑOS TAMBIÉN SE ESTRESAN
El estrés es una sensación de incomodidad que es experimentada de forma distinta por niños y adultos y por cada individuo en particular. Para los niños particularmente, entre los sucesos que causan estrés pueden estar el divorcio de los padres, abuso o negligencia, pobreza, fracaso en la escuela o enfermedad, entre otros.
Los síntomas de estrés en los niños pequeños pueden ser difíciles de distinguir de los síntomas de enfermedades menores. Conviene estar alerta ante síntomas como irritabilidad, soñolencia, dificultades para comer o ir al baño, temores, dificultades para adaptarse a cambios en la rutina y en el apego a personas, o el uso de palabras claves como “triste” o “miedo”. En la medida en que los niños crecen, sus respuestas al estrés pueden incluir más conductas de buscar atención, cambios en el carácter, evitar ciertas actividades, aislamiento, rechazo a la escuela o cambios en la calidad de las tareas de la escuela, dificultades con el sueño y lamentarse de problemas físicos (dolores de cabeza, de estómago), entre otros.
¿Cómo puedes ayudar a tu hijo en casos de estrés?
- Evitar expectativas indebidas respecto: Todos nosotros queremos que nuestros hijos tengan éxito y debemos tener expectativas respecto a sus conductas y sus ejecutorias. Pero cuando el estrés comienza a presentarse, puede ser el momento para cuestionarnos si nuestras expectativas no serán muy altas.
- Escuchar a tu hijo cuando describa sucesos o situaciones estresantes.
- Enseñarle destrezas para enfrentarse a los problemas y ser capaz de resolverlos.
- Estar al tanto de los patrones de “pensamiento irracional”. Ayudar a que tu hijo vea la vida y a sí mismo de una forma realista y positiva.
- Practicar técnicas de relajación y/o visualización. Una técnica frecuentemente utilizada de visualización consiste en relajarse (como indicado arriba) y luego imaginarse a uno mismo en un “lugar favorito” -un lugar que es cálido, que invita a estar tranquilo, confortable y hermoso.
10 CONSEJOS PRÁCTICOS PARA HACER FRENTE AL ESTRÉS
1. Sé realista en lo que puedes y no puedes hacer, las metas ambiciosas son causas frecuentes de estrés.
2. Consigue reposo adecuado, establece una hora regular para irte a dormir y procura descansar al menos 7 horas.
3. Controla tus emociones, decide si las circunstancias valen la pena para angustiarse.
4. Evita recurrir al alcohol, a drogas o la automedicación.
6. Intenta sacar los sentimientos hacia fuera, no retenerlos dentro de ti mismo, identifica las situaciones que te causan estrés y conversar de ello con algún amigo o una persona de confianza.
7. Toma decisiones, no aplaces lo que tienes que hacer o decir, para evitarte situaciones de incertidumbre.
8. Trata de seguir rutinas, evita la desorganización y el caos, ya que igualmente conduce a la incertidumbre.
9. Cuando te sientas apurado, emplea una técnica de relajación como respirar profundo, detenerte un momento y mirar lo que te rodea.
10. Tómate un tiempo para ti y haz alguna actividad que te guste y te distraiga como salir a caminar, leer un libro, ir al cine o a cenar con amigos, etc.