Los ácidos grasos poliinsaturados, como los Omega-3 y Omega-6, desempeñan funciones muy importantes en la gestación, lactación y la infancia, ya que son constituyentes de los fosfolípidos de las membranas celulares y forman parte de las estructuras neurales.
Las necesidades de estos ácidos grasos se incrementan durante estos períodos, puesto que son fases de crecimiento y desarrollo del tejido celular. En consecuencia, las necesidades de ácidos grasos esenciales de la mujer embarazada y el feto, así como de los niños lactantes, son muy elevadas.
Innumerables estudios demuestran el efecto positivo de la alimentación con fórmulas suplementadas con Omega-3 sobre el desarrollo mental. Los niños prematuros alimentados con una fórmula que contenía Omega-3 presentaron un mejor índice de desarrollo de Bayley, relacionado con la capacidad del lenguaje.
La Comisión Europea ha publicado recientemente en el diario oficial de la UE los valores permitidos de ingesta de nutrientes, indicando que los ácidos grasos Omega 6 y Omega 3 son necesarios para el normal desarrollo y crecimiento de los niños (art.14.1.b, Declaraciones saludables autorizadas relativas al desarrollo y salud de los niños, resumen de la AESAN, mayo de 2010). Así, los efectos beneficiosos se obtienen con una ingesta diaria de un 1 % del total de la energía en el caso del ácido linoleico (Omega-6) y del 2 % del total de la energía para el caso del ácido alfa linolénico (omega-3).
Los ácidos grasos esenciales Omega-6 y Omega-3, son fundamentales en la dieta infantil por:
- Favorecer el crecimiento y desarrollo normal de los niños.
- Formación de la estructura y en la funcionalidad del sistema nervioso y visual de los humanos. Ambos ácidos grasos constituyen más del 30% de la estructura lipídica del cerebro y de los conos y bastoncitos de la retina. Estudios clínicos han demostrado que un déficit de Omega 3 y Omega 6 provocan alteraciones en la funcionalidad de estos tejidos en lactantes y niños que no han recibido un aporte adecuado de Omega-3 y Omega-6.
- Ayuda en el desarrollo mental en niños prematuros. Existen estudios en los que se demuestra que una dieta con omega-3 en los primeros meses de vida mejora la capacidad de solución de problemas en niños a términos normales y con retraso del crecimiento. También se ha descrito que el mayor grado de desarrollo mental y psicomotor de los recién nacidos de bajo peso a los 19 meses de edad se correlaciona con la ingesta temprana de Omega 3.
- Acción de mejora sobre la piel. Se ha observado que la ingesta de Omega 6 es eficaz sobre determinadas afecciones de la piel.