Con la llegada del frío nuestra piel sufre los efectos de las bajas temperaturas. Es el órgano más extenso de todo el cuerpo, nos protege tanto de las agresiones externas como de la hidro-evaporación interna.
El frío, el viento y la humedad contribuyen a resecar la piel. Su cuidado es vital para nuestra salud ya que la piel es el órgano más extenso de todo el cuerpo humano y nos protege tanto de las substancias y microorganismos nocivos que podrían entrar en el medio interno de nuestro organismo como de la hidro-evaporación interna.
EL ROSTRO Y LAS MANOS SON LOS QUE MÁS SUFREN
El rostro y las manos son las partes que más sufren durante los periodos más fríos del año, al estar más expuestos a los efectos de la climatología. Pero la piel no solamente sufre en los espacios abiertos. Los ambientes cerrados no favorecen la protección de la piel, que se ve afectada especialmente por el uso de las calefacciones.
LA CALEFACCIÓN JUEGA EN CONTRA DE LA HUMEDAD NATURAL DE LA PIEL
El uso de las calefacciones juega en contra de la humedad natural de la piel, ya que la calefacción emite sustancias que provocan la muerte de las células cutáneas. Asimismo, cuando llega el frío nos vestimos con más ropa, lo que entorpece el proceso de transpiración de la piel y la eliminación de las células muertas. Además, cuando pasamos delos ambientes cerrados con calefacción al frío de la calle, la piel se deshidrata y se reseca mucho más, afectando a su elasticidad.
RE-HIDRATA LA PIEL Y CUIDA EL ENTORNO
¿Entonces cómo podemos proteger la piel del frío? Lo más importante es aplicar productos que re-hidraten la piel desde fuera, pero también debemos cuidar el entorno y prepararnos por dentro, ayudándonos de la alimentación. Toma nota de las siguiente recomendaciones:
6 CONSEJOS PARA PROTEGER LA PIEL DEL FRÍO
- Bebe al menos dos litros de agua al día. La hidratación de la piel comienza en el interior de nuestro organismo, por eso debemos hidratarnos desde dentro hacia fuera.
- Evita usar agua muy fría o muy caliente en la ducha. Aunque en invierno apetece una ducha muy calentita, las temperaturas extremas traumatizan la piel y pueden causar el rompimiento de vasos sanguíneos. Lo mejor es ducharnos con agua tibia.
- Mantén la calefacción en unos 20ºC. Ten presente que nuestra casa no es una sauna y ya hemos mencionado cómo afectan las calefacciones a nuestra piel. Lo ideal es mantener la calefacción con una temperatura a niveles razonables (alrededor de los 20ºC) y evitar así que un exceso de calor dañe nuestra piel (y ya de paso, velar por nuestra factura de electricidad).
- Aplica diariamente una crema o jabón hidratante natural. La hidratación desde fuera es, por supuesto, un básico en las épocas de frío. Ten siempre a mano una buena crema o jabón hidratante natural. Debemos aplicarlo diariamente para mantener la humedad natural de la piel. Las manos son la parte del cuerpo más expuesta a la acción del frío, por eso, merecen una protección especial, ¡pero no te olvides de la cara y el cuerpo!
- Come frutas frescas de temporada con su piel. Sopas y caldos son el alimento invernal por excelencia, pero no olvidemos que nuestro régimen alimenticio necesita vitaminas procedentes de frutas frescas, ¡y las frutas de invierno están riquísimas! Lo mejor es comerlas con su piel, pues es aquí donde almacenan su riqueza.
- Protégete del viento. Además del frío, uno de los elementos que más reseca la piel es el viento. La acción del viento incrementa aún más el efecto de congelación de la piel, por ello debemos cubrirnos cuando hace mucho aire y re-hidratar la piel especialmente si hemos pasado demasiado tiempo en el exterior durante un día ventoso.